Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DEL PERÚ



Comentario

Capítulo XV


Del Callao y puerto de la Ciudad de los Reyes

Dos leguas de la Ciudad de los Reyes está su puerto, dicho el Callao a causa de las muchas piedras que hay en él. Por la plaza, y por ir creciendo a más andar, esta población, me pareció hacer particular capítulo de ella. Hace la mar en este pueblo un puerto que, aunque es playa abierta, es tan limpio, seguro y manso, que las naos que en él surgen pueden estar con sola una áncora en él, sin temer de perderse o de dar en tierra, y esto procede, que el viento que más ordinariamente corre por esta costa del mar Pacífico (como le llamó Hernando de Magallanes, que fue el que, hallando el Estrecho, nunca hasta allí conocido, y dándole su nombre, primero le navegó), el sur, por otro nombre dicho Austro, y a la banda del sur tiene este puerto una isla despoblada de hasta una legua de largo, la cual le guarda y ampara deste viento, y asegura el puerto y las naos que en él están para no temer naufragio ni pérdida alguna. Entre la isla y la tierra firme se puede navegar muy cómodamente, y navíos, que no son de mucho porte, entran y salen por allí arrimándose más a la isla que a la tierra.

Está el puerto y aun la Ciudad de los Reyes doce grados y medio más acá de la equinocial. Hay de ordinario en él de cuarenta a cincuenta navíos grandes y pequeños, porque es la escala más universal de todas las Indias; y así raras semanas hay, que no entren en ella dos y tres navíos de diversas partes, a desembarcar las mercadurías que traen. De Panamá siempre vienen cargados de preciosas riquezas, que de España vinieron a Puerto Belo: paños, rajas, bayetas, jerguetas, terciopelos, rasos, damascos, telas, brocados, ruanes, holandas y lencerías diferentes. De México, también le envían navíos cargados de todo lo que allí se labra, y de infinitas mercaderías. De la China, de Nicaragua, de Guatemala, de Guayaquil, de los valles de Trujillo y Saña vienen navíos con miel, azúcar, jabón, cordobanes, harina y sebo. De la Barranca, de Guaura, de Santa con trigo. Del puerto de Pisco y de la Nasca y Camaná con muchos millares de botijas de vino. De Arequipa y Arica, con barras y tejuelos de oro que bajan de Potosí. Del reino de Chile mucha madera y tablas y, antes de la destrucción dél, cordobanes, sebo y trigo, de manera que a este puerto contribuyen todos los del reino sus riquezas, y a él viene a parar, y allí se consumen, y de allí se reparten para todo él. De aquí salen cada año por el mes de marzo o abril las flotillas que dicen, aunque mejor dijeran flotas, pues ningunas de toda Europa, Asia, ni África son más ricas ni mayores, aunque sean pocos navíos, pues en ellos todo lo que va son millares de barras y tejuelos de oro y otras cosas preciosas, con que contribuye el Perú a los Reinos de España y aun a todo el mundo.

Tiene aquí Su Majestad de ordinario cinco o seis galeones suyos de armada tan bien aderezados y artillados de municiones, bastimentos, soldados y piezas de artillería, que ninguno de la mar del norte les puede llevan ventaja, y dos galeras para guarda del puerto, y en tierra puestas muchas piezas en la playa con sus carretones, y las Casas Reales a modo de fuerte, con artillería y sus cubos y troneras. Hay su General de Mar y Tierra, que reside en el Puerto, y, suele ir cada año con galeones del Rey a Panamá, y lleva la plata en ellos. Suele haber presidio de doscientos soldados y sus capitanes, y capitán de la artillería y artilleros, para cuando se ofreciese ocasión de enemigos; pero si la hubiese, érale muy fácil el socorro de la Ciudad de los Reyes, porque al primer tiro de artillería que sonase, acudiría toda al remedio de cualquier suceso. Todas las noches hay en los galeones y en tierra sus guardas y centinelas que corren la playa. Es tan fácil el desembarcadero, que los bateles y esquifes quedan en seco; y con zapatos de terciopelo, como dicen, se puede saltar en tierra y entrar en los bateles. Los navíos pequeños están tan cerca de tierra, que desde ella se pueden hablar muy fácilmente.

El temple se tiene aún por más sano que el de la Ciudad de los Reyes, a causa que los aires de la mar limpian y purifican toda la costa, y alegran con su suavidad a los moradores. La población está extendida por la playa, y es cosa notable, el aumento que ha habido de veinte años a esta parte en ella, porque los más hombres de la mar viven allí, y las contrataciones, de cuantos géneros hay, de mercaderías, son de la misma suerte que en los Reyes, y aun el tráfago y bullicio de los acarretos mayor, y, así, sacado Potosí y la ciudad del Cuzco, es el pueblo de más gente y trato del Reino. Tiene su iglesia mayor con vicario, y, los mismos conventos de religiosos que la Ciudad de los Reyes, porque hay el de Santo Domingo, la Compañía, San Francisco, San Agustín, la Merced, que van creciendo en rentas y religiosos cada día, y alrededor muy ricas heredades y haciendas, desde el Callao a la Ciudad de los Reyes, es el más frecuentado y pasajero de cuantos hay en, el Perú, porque, de día y de noche, nunca cesan de caminarlo gente de a pie, de a caballo y carretas y recuas cargadas de bastimentos, y mercadurías que van y vienen.